viernes, junio 26, 2009

Buenos y malos (mirando al vecino Berlusconi, por si nos reconocemos)


 "Calderoli pide a Berlusconi dar marcha atrás sobre los inmigrantes"
· "¿No basta con atropellarlos?"



Riccardo Marassi

Traducción: Julio Castro – laRepúblicaCultural.es

Creo haber escrito ya en algún sitio, cómo hoy en día, las categorías de juicio se han simplificado y complicado a un tiempo. Me refiero, en concreto, a la dicotomía bueno/malo que a estas alturas, ya sólo encuentra aplicación en el ámbito pedagógico.

A los niños les reprochamos ser malos y les invitamos a ser buenos, y queda como la última selección memorable la que en su tiempo se hacía en clase, en la pizarra.

La maldad no forma parte de nuestra forma de juicio cotidiana. Preferimos categorías más complejas y absolutorias.

Si Rosa Bazzi extermina a sus vecinos de casa y corta la garganta a un niño de dos años, o bien, si Annamaría Franzoni asesina al hijito de tres años, a ninguno le viene en mente que Rosa Bazzi o Annamaría Franzoni puedan ser malas. Se prefiere pensar que están “locas”.

La definición genérica de la enfermedad mental resulta mucho más confortante, las dos son “enfermas mentales” y, por tanto, “diferentes” de nosotros. Esa maldad no nos concierne.

En el pasado se llegaba a encerrar a los locos en los manicomios y, aislándolos, se asumía el engaño de haber aislado también la diversidad, haber exorcizado también la maldad de la cual nos considerábamos capaces.

En realidad hay muchas más personas malvadas que “locas” y, a menudo, la maldad no comparte los mismos ámbitos de la enfermedad mental, siendo una prerrogativa de los “cuerdos”.

Aún más rara resulta la aplicación de las categorías bueno/malo en política. Reino no contrastado de la complejidad de juicio exenta de toda valoración de tipo emotivo.

La única concesión se refiere a la honestidad, pero sólo porque atribuímos a esta cualidad una función de fiabilidad intrínseca.

No entregaremos nunca nuestro destino a una persona deshonesta. Queda por comprender por qué, en cambio, no ponemos reparos en confiar, o poco menos, nuestro destino a una persona malvada.

Por estos motivos me ha dejado muy estupefacto la afirmación hecha por Giulio Andreotti que, tras haber visto “El Divo”, film de Sorrentino, ha declarado “Yo no soy así de malo”.

Cabía esperar alguna objeción de tipo político, o bien una defensa del mérito de su implicación en las acciones de la mafia, de las cuales se habla en la película. En cambio, Andreotti no ha descendido más que a que su personaje fuese “malo”. Andreotti es ya, en resumen, un personaje de otros tiempos. Mientra que, en cambio, hay quien no hace caso alguno a este tipo de categorización. Como el ministro Roberto Calderoli.

Calderoli intervino en el debate sobre la condena penal al hecho de la inmigración clandestina y, en respuesta a quienes sostenían que no se puede encarcelar a las personas, tan solo porque entran clandestinamente en nuestro país, ha querido acallar esos temores. Calderoli explicó que, el verdadero objetivo, no es encarcelar a clandestinos, sino devolverles a su lugar de origen. De hecho, ha precisado Calderoli, “la verdadera condena para estas personas no es la prisión, sino regresar a su propio país”.

Leí más veces la declaración del ministro, buscando encontrar un nuevo sentido. Que quedaba (¡hay de mí!) invariable

Ante todo, de la declaración de Calderoli, se deduce que el ministro es bien consciente de que, para muchas de estas personas, la vida en su propio país de origen es, precisamente, una condena. Sea por hambre, miseria, guerra o porque estén perseguidos por razones políticas o raciales. Pero Calderoli no afirma que, de hecho, estemos obligados a devolverles, pese a saber todo esto. Calderoli dice que los devolvemos y no les enviamos a la cárcel, porque aquella es para ellos la pena mayor.

Como si quien entra clandestinamente y por desesperación en nuestro país, mereciese un castigo. Una condena, de hecho. Es más, la mayor condena posible. Hay un odio injustificado, un sentimiento y una agresividad en las palabras de Calderoli, por de más, agravados por el hecho de que se dirigen hacia personas desgraciadas y desafortunadamente, nacidas en la parte equivocada del mundo.

Calderoli es una mala persona. Y que a nadie le venga en mente decir que está “enfermo”.

17 comentarios:

Isabel Drake (temible pirata) dijo...

Quien sufre una situación política o social tiene la obligación y, si me apuras hasta el derecho a sobrevivir a ella, pasando por el espinoso camino de la emigración. Aquí en Canarias sufrimos la situación y no lo digo desde el punto de vista del que se siente invadido. Más me molesta la invasión germánica anglo sajona que copa puestos de trabajo en la zona turística y encima se permiten el letrerito reserva de admisión= CANARIOS NO, NI NEGROS, NI JUDIOS.....
¡Qué le den al Calderoni!

Juan Manuel Gasulla Roso dijo...

Ansío leer el libro de Saramago para intentar comprender mejor el fenómeno Berlusconi, y otros parecidos, como lo que ocurrió en Valencia tras la campaña contra el presidente pepero de esa comunidad y el tiro por la culata que le salió al PSOE.

Estos fenómenos se deben comprender lo mejor posible. Por mi parte, no desearía conformarme con una explicación venida del cielo y poco pensada.

El otro aspecto del comentario es sobre la liberación moral del malvado que trajo el siglo de las luces y la adoración a la diosa Razón por parte de la psiquiatría racional. El malvado no es un canalla, sino que es un enfermo. No debe ir a la cárcel ni recibir castigo por ello, sino que requiere tratamiento médico y piedad porque es un enfermo. Un sujeto sano mentalmente sería incapaz de atentar contra sus semejantes. Los canallas por fuerza han de ser enfermos, y hay que sentir piedad por los enfermos, que es el sentimiento que les corresponde, y no odio por los atropellos y atentados contra la humanidad que cometen.

No se sabría cómo la deuda de gratitud que los ciudadanos del siglo XX contrajimos con Michel Foucault.

Fantasia Fantasia dijo...

prometo solemnemente que a la vuelto lo leo, es que ahora me espera el gazpacho fresquito.

pei ... dijo...

No era lasaña?

Angie E.G. dijo...

La saña es lo que emplean contra los inmigrantes, sí.

Jodío Arroaz® dijo...

Demasiado elevado para mi altura intelectual.

Además el Berlusconi, el Camps y cualquier bastardo amparado en unas siglas (las que sean) me la pela y a ser posible me la chupa.

Que les den,

Y no necesito ni entender, ni comprender, me sale de las tripas y ahí no hay razonamientos.

Hale, y una vez expuesto ésto... otro hilo que se rompe.

El jodío víscerasdegranayoro Arroaz

Fantasia Fantasia dijo...

La lasaña es pa cuando me invites a cenar chanquetita, vamos que yo misma la compro congelá en Mercadona y la llevo, jajaja.

Angie E.G. dijo...

Aquí no se rompe ná. Ni se pone orden tampoco.
Se dice lo que se quiera, y si sale de las tripas.. mucho mejor.
(ya ves, joío, a mí me gustaría que dijeras lo que te sale las tripas sin más, sin lo de ponerle alturas intelectuales a las cosas. Y qué? Pos maguanto, qué remedio)

pei ... dijo...

Te vamo a llamar el rompehilos... es que no deja uno ileso

aShLeY aReDhEl nÜmEnEsSe dijo...

uy...demasiado para mi
Yo solo se que soy yo y me considero una persona mas o menos normal y buena gente...que seguramente meto la pata y no va de esto, jejeje
pero yo con tal de meter baza, digo lo que sea...

Mayte U dijo...

Se me había pasado este post y me alegro de que de repente haya aparecido en el inbox.

Estoy de acuerdo contigo, Ángela, en lo que has expuesto. Yo tampoco entiendo bien esa manía de no llamar a las cosas por su nombre usando subterfugios como la enfermedad mental para no hacer frente al hecho de que hay gente que es malvada, del mismo modo que hay gente egoísta, envidiosa, codiciosa... Vamos, que la maldad es un hecho, se quiera o no admitir.

En cuanto al Calderoli este... suscribo lo que tú has dicho.

Un beso.

Angie E.G. dijo...

Anda! Pues yo también suscribo lo que yo haya dicho...
por si lo digo, digo.

Juan Manuel Gasulla Roso dijo...

El viernes me compré el libro y me esperaba algo más, pero sólo son las cosas que cuelga saramago en su blog.
A mí este tío me gusta desde que me gustó. No hay más. Lo mismo que Galeano, que tengo yo una foto dedicada a Angie, que me firmó un libro para ella el 23 de abril del año pasado en Barcelona

Angie E.G. dijo...

Hombre! "solo son las cosas que cuelga Saramago en su blog" es decir poco, no?
A mí me parece una buena lectura pa los que no leemos su blog.
De todas formas, este hilo no tiene nada que ver con Saramago, el que escribe el artículo es Riccardo Marassi, aunque tenga que ver también con Berlusconi y su camarilla.
El de Saramago es este de aquí.

Pero ya que has puesto fotos de Galeano firmando mi libro, ahora pongo yo las del libro in person. Anda que no!

Juan Manuel Gasulla Roso dijo...

Pues estaba yo tonto y confundido de libro, de hilo, de párrafo y de todo cuanto el diablo puede perturbar y confundir a un cristiano para perderlo.

Ahora ya tengo un buen mapa y espero no perderme.

Y a medida que leo el libro de Saramago, más me gusta lo que escribe. Los juntamos, a Galeano y a Saramago, y nos da un ataque. ¿No iríamos a un acontecimiento en el que participaran los dos?

Angie E.G. dijo...

Avisa. Yo amarro a la niña a la silla mientras llega alguien que la aguante, y aunque sea en la conchinchina, china, china... o en el japón (como dice Pelli)

Isabel Drake (temible pirata) dijo...

Soy la pelli que dice lo de la conchinchina ( incluída la ene).
Un saludo JL, buenos regalos hace usted, si señor, y no como mi marido, que me regalo para mi cumple un taladro...eso si, de la leshe , que le costó un web.